Una Iglesia llena del poder del Espíritu Santo, que conoce y vive la Escritura (Santa Biblia), que predica con fervor el Evangelio, que descubre y usa los dones que Dios le ha concedido, que está en constante crecimiento, y en la que cada uno de sus miembros es feliz porque experimenta una relación viva y personal con Jesucristo.

jueves, 14 de abril de 2011

Amor Temerario

Jueves 14 de Abril de 2011


—Ha llegado la hora de que el Hijo del hombre sea glorificado —les contestó Jesús—. Ciertamente les aseguro que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, se queda solo. Pero si muere, produce mucho fruto. El que se apega a su vida la pierde; en cambio, el que aborrece su vida en este mundo, la conserva para la vida eterna. Quien quiera servirme, debe seguirme; y donde yo esté, allí también estará mi siervo. A quien me sirva, mi Padre lo honrará. Juan 12.23-26 (NVI)


“...Cualquiera que se aferra a la vida tal como es destruye esa vida. Pero si la pierde, de forma temeraria, en amor, la tendrá por siempre, ¡real y eterna! (v.25 – Versión El Mensaje) Así dijo Jesús, justo antes de la experiencia de la Ultima Cena. Se preparaba a perder su vida, y estaba retando a sus seguidores a considerar dar el mismo paso. Pocos de nosotros han enfrentado dicho reto. Pero a través de los siglos, han existido algunos que estuvieron dispuestos a perder su vida.


Veamos el caso de Marcelo, el Centurión, que hizo justo lo que Jesús sugirió. El cumpleaños del Emperador Maximiliano Hercúleo se celebraba en el año 298 con la celebración de extraordinarios banquetes y mucha solemnidad. Marcelo era un centurión Cristiano, capitán de la legion de Trajano y sirviendo en España. Como líder Romano que era, se esperaba que tomara parte de dichas abominaciones impías.


El decidió que no lo haría, y tiró al suelo su cinto militar mientras estaba de pié frente a toda su compañía. Proclamó en alta voz que era un soldado de Jesucristo, el Rey eterno. Luego tiró sus armas y la rama de vid, la cual era la distinción de su cargo de centurión. A los oficiales romanos se les prohibía golpear a un soldado a menos que usara una rama de vid.


De inmediato, sus soldados informaron del asunto a Anastasio Fortunato, el perfecto de la legión, y por orden suya, Marcelo fue enviado a prisión. Cuando terminó el festival, el juez ordenó que trajeran a Marcelo ante él, y le preguntó qué era lo que pretendía con lo que había hecho. Marcelo respondió “Cuando ustedes celebraron el festival del emperador el 12 de Agosto (el día en que Maximiliano había sido declarado César), yo proclamé en voz alta que era un Cristiano, y que no podía servir a nadie más que a Jesucristo, el Hijo de Dios.” Fortunato le dijo que no tenía ningún derecho a asumir una postura sobre el asunto, y que le referiría al Emperador Maximiliano para que tomara él la decisión.


Fuertemente custodiado enviaron a Marcelo ante Aureliano Agricolao, jefe del pretorio, quien en ese entonces estaba en Tangier, Africa. Este le preguntó si había hecho lo que decía la carta del juez. Una vez más, proclamó en voz alta su lealtad y compromiso con Jesús, el Cristo. Fue sentenciado a muerte de forma inmediata por deserción e impiedad. Marcelo fue decapitado el 30 de Octubre del año 298 DC. Estaba dispuesto a perder su vida, de forma temeraria en su amor por Jesucristo, sabiendo que tendría por delante una vida eterna en presencia de Cristo. ¡Puede usted describir su amor por Cristo como “temerario”?


Oración: Jesús, que no seamos encontramos débiles cuando estemos bajo la prueba. Amén.


Preguntas:
1. ¿Quién conoce usted que refleja un amor temerario por Jesús?
2. ¿Cuando ha sido usted temerario en su discipulado?