Una Iglesia llena del poder del Espíritu Santo, que conoce y vive la Escritura (Santa Biblia), que predica con fervor el Evangelio, que descubre y usa los dones que Dios le ha concedido, que está en constante crecimiento, y en la que cada uno de sus miembros es feliz porque experimenta una relación viva y personal con Jesucristo.

lunes, 23 de junio de 2008

¿ERES TU JESUS?

Un grupo de vendedores fue a una convención de ventas. Todos le habían prometido a sus esposas que llegarían a tiempo para cenar el viernes por la noche. Sin embargo, la convención termino un poco tarde, y llegaron retrasados al aeropuerto. Entraron todos con sus boletos y portafolios corriendo por los pasillos. De repente, y sin quererlo, uno de los vendedores tropezó con una mesa que tenía una canasta de manzanas. Las manzanas salieron volando por todas partes. Sin detenerse, sin voltear para atrás, los vendedores siguieron corriendo y apenas alcanzaron a subirse al avión. Todos menos uno. Este se detuvo, respiro hondo, y experimento un sentimiento de compasión por la dueña del puesto de manzanas. Le dijo a sus amigos que siguieran sin él y le pidió a uno de ellos que al llegar llamara a su esposa y le explicara que iba a llegar en un vuelo mas tarde. Luego se regreso a la terminal y se encontró con todas las manzanas tiradas por el suelo. Su sorpresa fue enorme al darse cuenta de que la dueña del puesto era una niña ciega. La encontró llorando, con enormes lagrimas corriendo por sus mejillas.Tanteaba el piso tratando en vano, de recoger las manzanas, mientras la multitud pasaba, vertiginosa, sin detenerse, sin importarle su desdicha. El hombre se arrodillo con ella, junto las manzanas, las metió a la canasta y la ayudo a montar el puesto nuevamente. Mientras lo hacía, se dio cuenta de que muchas de ellas se habían golpeado y estaban magulladas. Las tomo y las puso en otra canasta. Cuando termino, saco su cartera y le dijo a la niña: “Toma por favor estos cien pesos por el daño que hicimos. ¿Estas bien? Ella llorando, asintió con la cabeza. El continuo diciéndole: “Espero no haber arruinado tu día”. Conforme el vendedor empezó a alejarse, la niña le grito: “Señor…” el se detuvo y volteo a mirar esos ojos ciegos. Ella continúo: ¿Es usted Jesús…..? El se paró en seco y dio varias vueltas con esa pregunta quemándole y vibrando en su alma: “¿Es usted Jesús?”

Y a ti ¿la gente te confunde con Jesús? Porque ese es nuestro destino ¿no es así? Parecernos tanto a Jesús, que la gente no pueda distinguir la diferencia. Parecernos tanto a Jesús conforme vivimos en un mundo que está ciego a su Amor, su Vida y su Gracia. Si decimos que conocemos a Jesús, deberíamos vivir y actuar como lo haría El. Conocerlo es mucho más que citar los Evangelios e ir a la iglesia. Es, en realidad, vivir su Palabra cada día. Tú eres la niña de sus ojos, aun cuando hayas sido golpeado por las caídas. El dejo todo y nos recogió a ti y a mí en el Calvario: y pago por nuestra fruta dañada. Empecemos a vivir como si valiéramos el precio que EL pago.