Una Iglesia llena del poder del Espíritu Santo, que conoce y vive la Escritura (Santa Biblia), que predica con fervor el Evangelio, que descubre y usa los dones que Dios le ha concedido, que está en constante crecimiento, y en la que cada uno de sus miembros es feliz porque experimenta una relación viva y personal con Jesucristo.

jueves, 7 de abril de 2011

Amando como Jesús Ama

Jueves 7 de Abril del 2011


Muchos recaudadores de impuestos y pecadores se acercaban a Jesús para oírlo, de modo que los fariseos y los maestros de la ley se pusieron a murmurar: «Este hombre recibe a los pecadores y come con ellos.» Lucas 15.1-2 (NVI)


Lucas dibuja todo un cuadro. Jesús rodeado por los “tipos malos” (a propósito, ¡sin excluir a las mujeres!). Y los llamados “tipos malos” están afuera mirando, haciendo pucheros, y quejándose. Después de todo, ¿No sabemos que Dios favorece a los “buenos” y rechaza o castiga a los “malos”?


Jesús decidió ir a la ofensiva. En Lucas 15, encontrará el único lugar en los evangelios en donde Jesús usa tres parábolas, no solo una, para demostrar su idea principal. Quizás usó tres debido a la densidad de sus críticos, los líderes del templo. Puede que quisiera que los “pecadores” que estaban más cercanos a él escucharan las buenas nuevas – y de esperanza – tres veces de seguido. O, ¿acaso es que Jesús usó tres para asegurarse de que TODO EL MUNDO entendiera lo que es importante para Dios?


Hay una oveja perdida; Una moneda perdida; Un hijo pródigo; Y un hijo perdido que quedó en casa. Las ovejas tienen la tendencia a extraviarse para suplir sus necesidades de forma más plena. A la moneda, obviamente, le había sucedido algo, quizás por accidente, o negligencia. El hijo pródigo se perdió en su propio deseo de definir la buena vida por medio de los estándares del mundo. Quería tener el control; quiso hacerlo a su manera. El caso del hijo que quedó en casa, es quizás más trágico, porque estaba perdido, y no lo sabía. No estaba consciente de su perdición. Nunca dejó la casa, nunca rompió las reglas, sin embargo, no entendía el regalo de amor incondicional de su padre.


Imaginémonos que Jesús en persona, ha regresado a visitar su comunidad. ¿A dónde iría primero Jesús? ¿Visitaría su iglesia o quizás una iglesia cercana a la suya? ¿Visitaría a aquella mega-iglesia fuera de la ciudad – o a aquella pequeña iglesia que está lista para cerrar sus puertas?


La respuesta es “ninguna de las anteriores”. Basado en Lucas 15, encontraría a Jesús en el antro de la esquina. Estaría en el bar del vecindario. De seguro que lo encontraría en la prisión local. Ni hablar si un grupo de adolescentes estuviesen pasando un rato bebiendo cerveza y tomando drogas – ahí estaría él con ellos. Pondría sus manos en el hombre del borracho del barrio, y hablaría con él. Hablaría con la prostituta que está haciendo su negocio en la esquina. El amor de Dios es incondicional; es desmesurado, irracional e incondicional. Dios ama a quienes no aman a Dios, aunque nosotros no lo hagamos. Con Dios, no hay otra forma.


Oración: Jesús, ayúdanos a aprender a amar aquellos que no son amados, como lo haces tú. Amén.


Preguntas:
1. En su círculo de vida, ¿A quién ama usted de manera incondicional?
2. ¿Cuándo tocará la vida de alguien que no sabe que Dios le ama?