Oh, alma mía sede de mis sentimientos, por que estas triste y desesperanzada, por que te sientes abatida, indefensa ante la situación adversa que estas atravesando.
No mires las circunstancias, lo que está transcurriendo ante tus ojos ahora, ve a JESÚS.
El no ha cambiado, es el mismo ayer, ahora y por los siglos, en El no hay cambio, ni mudanza, ni variación.
El Maestro ha prometido estar contigo hasta el fin: Mt. 28:20b.- " y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amen"
Espera en Dios, porque hacerlo si ya te tengo. Jesús no eres mi esperanza, eres mi realidad, mi continuo anhelo y forma de vida.
Aun te alabo, aun te adoro y te doy toda la gloria.
Eres mi único sosten, mi Roca fuerte, el que ha puesto mis pies sobre peña.
El que me acompaña en las tormentas, el que con su poderosa voz aplaca los vientos y las tempestades de mi vida ¿De quien temeré, entonces?
Tú mi Salvador y mi Dios, lo digo desde lo profundo de mi corazón.
Levanta mi cabeza y mi alma abatida, te lo suplico mi Señor, dame de tu paz, satúrame de tu amor y también de tu presencia.
Entonces vendrá la calma, la confianza, la seguridad que solo tu das a aquel que en ti ha puesto su mirada, ese soy yo… Amén.