Una Iglesia llena del poder del Espíritu Santo, que conoce y vive la Escritura (Santa Biblia), que predica con fervor el Evangelio, que descubre y usa los dones que Dios le ha concedido, que está en constante crecimiento, y en la que cada uno de sus miembros es feliz porque experimenta una relación viva y personal con Jesucristo.

martes, 9 de marzo de 2010

...Pero ella, de su pobreza, echó todo lo que tenía

Jesús se sentó frente al lugar donde se depositaban las ofrendas, y estuvo observando cómo la gente echaba sus monedas en las alcancías del templo. Muchos ricos echaban grandes cantidades. Pero una viuda pobre llegó y echó dos moneditas de muy poco valor.

Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: «Les aseguro que esta viuda pobre ha echado en el tesoro más que todos los demás. Éstos dieron de lo que les sobraba; pero ella, de su pobreza, echó todo lo que tenía, todo su sustento.»
Marcos 12:41-44 (NVI)

Reflexión: Al ir aumentando las preocupaciones financieras alrededor del mundo en los últimos años, el gesto de dar o regalar de los recursos financieros propios ha ido disminuyendo significativamente. En el libro de Sue M. Kidd, Love’s Hidden Blessings, se encuentra el siguiente relato:

“Él estaba parado en la banqueta, al lado de la puerta principal de la tienda de departamentos… un hombre alto, de poco movimiento, sin expresión en su cara, sólo con lentes oscuros. Cargaba una caja de puros, que extendía cada vez que escuchaba pasos venir, en un gesto de ofrecimiento y de esperanza… Janie, de siete años de edad, y su madre se acercaron a la puerta—los pasos de Janie se hicieron más lentos. Había detectado al hombre. Su madre ya lo había visto antes por las calles. Pero esta era la primera vez que Janie veía a alguien pidiendo dinero.
‘¿Qué está haciendo?’ Janie preguntó a su madre, ¡demasiado fuerte!
‘Está pidiendo dinero’ le dijo su madre en un murmullo.
Luego viene la pregunta eterna… ‘¿Por qué?’
‘Porque es pobre y necesita ayuda’, dijo la madre, esperando que eso pudiera satisfacer a la niña. Al ir acercándose, la caja de puros les fue presentada. Janie se detuvo y miró hacia adentro. La madre sujetó su mano y la jaló hacia la puerta. Al estar viendo la ropa y otras cosas en la tienda, la madre no se dio cuenta que Janie se había soltado. La madre la siguió rápidamente a la puerta principal en donde la encontró contemplando al vagabundo.

‘Mamá, ¿podemos darle algo de dinero?’ Preguntó Janie.
‘Pues seguro que sí.’ Abrió rápido su bolsa. Janie miró hacia adentro de la misma manera que había hecho con la caja de puros. Lo único que vio fue un billete de cinco dólares y dos monedas de 25 centavos. Janie miró las dos monedas como si estuviese pasando algo grande e importante dentro de su corazón. Entonces dijo: Mamá, dale el billete también, y yo ahorro mi domingo para pagártelo.

Las palabras de Janie cortaron como cuchillo afilado la distracción y falta de interés de su madre, y la tocaron profundamente. Le dio a Janie los cinco dólares. Luego observó cómo fue caminando hacia el hombre y le entregó el dinero en la caja mirándolo a su rostro.”

Le costó a la viuda que Jesús observó poniendo todo lo que tenía en el tesoro del templo. Janie siguió sus pisadas. Jesús dijo que esta es la clase de desprendimiento que cuenta en el Reino de Dios.

Oración:
Señor Jesús, ayúdame a aprender el gozo de dar más allá de mis fuerzas. Amén.

Preguntas:
1. ¿Cuándo fue la última vez que diste “más allá de tus fuerzas”?
2. ¿Qué sentimientos experimentas cuando das de tus propios recursos para ayudar a alguien?