Una Iglesia llena del poder del Espíritu Santo, que conoce y vive la Escritura (Santa Biblia), que predica con fervor el Evangelio, que descubre y usa los dones que Dios le ha concedido, que está en constante crecimiento, y en la que cada uno de sus miembros es feliz porque experimenta una relación viva y personal con Jesucristo.

lunes, 7 de julio de 2008

TU DESIERTO

“He aquí que yo hago cosa nueva: pronto saldrá a luz, ¿no la conoceréis? Otra vez abriré camino en el desierto y ríos en la tierra estéril” Is 43:19

Aunque estés pasando por un desierto en tu vida, Dios va contigo, de día en una columna de nube para guiarte por el camino para protegerte de los candentes rayos del sol. De noche en una columna de fuego para alumbrarte, para calentarte, para que te sientes seguro en medio de la oscuridad. De día y de noche el Señor va contigo... En medio del desierto habrá murmuraciones, quejas, argumentos contra Dios. Porque, Señor... Porque, Yo.

Deberemos no temer, sino permanecer, estar firmes y esperar en Dios sabedores que El actuará. Esperar la apertura del mar Rojo en nuestra vida, ver el milagro de Dios sepultando carros y caballos hasta lo profundo del mar. Y dar gracias y no olvidar jamás los beneficios del Señor. Tal vez de tanto caminar por tu desierto tengas sed, de agua, agua viva y cuando la encuentres te sabrá amarga, recuerda que Dios te está probando, pídele a El que te la endulce. Tal vez tengas hambre y murmures y discutas, confía en El, espera la carne, el alimento, el pan del cielo. El Señor te alimentará y saciara tu sed en todo el trayecto a través del desierto. El te ha provisto de un buen calzado, el calzado del apresto del evangelio de la paz. El te ha provisto de un ropaje especial para este penoso trayecto, un ropaje espiritual, una armadura.

A pesar de sentirte solo, triste, abandonado, decepcionado, Dios está a tu lado diciéndote nuevamente: adelante hijo, como los santos varones que te precedieron, como el mismo Jesucristo le sucedió, tu también tienes que ir al desierto. Allí tendrás que dejar la queja, la amargura, la murmuración, la decepción, el miedo y la flaqueza. Tenemos que comprender por qué Dios nos permite pasar por el desierto, si no entendemos esto tal vez nos frustremos y nos amargaremos contra Dios.

¿Para qué nos lleva Dios al desierto?
1) Para humillarnos 2) Para ponernos a prueba

Continuaremos si Dios quiere la próxima semana……………………………