Cuando se acercaban a Jerusalén y llegaron a Betfagué y a Betania, junto al monte de los Olivos, Jesús envió a dos de sus discípulos con este encargo: «Vayan a la aldea que tienen enfrente. Tan pronto como entren en ella, encontrarán atado un burrito, en el que nunca se ha montado nadie. Desátenlo y tráiganlo acá. Y si alguien les dice: “¿Por qué hacen eso?”, díganle: “El Señor lo necesita, y en seguida lo devolverá.” »

¿Por qué trajeron palmas para darle la bienvenida a Jesús a Jerusalén? Para poder responder la pregunta, debemos buscar en la historia Judía más de 160 años antes de Jesús. Por siglos, Palestina fue un campo de batalla en miniatura, castigada por fuerzas externas, y constantemente dividida internamente por constantes pleitos de tierras y desavenencias entre líderes Judíos. Este tipo de tensión llevó a Siria a intervenir, y Antíoco IV vendió el sumo sacerdocio al mejor postor. Tal como fue descrito por un historiador, Antíoco era un hombre “rabioso, malo y altamente peligroso”. De manera que envió sus tropas a saquear a Jerusalén, y mató a muchos de sus pobladores.
Se instituyó un persecución religiosa con saña sin precedentes. La observancia del sábado y la circunsición fueron prohibidas so pena de muerte. Los sacrificios paganos y prostitutas se instituyeron en el templo. Los Judíos amantes de la Ley estuvieron sujetos a toda la degradación y brutalidad que pueda imaginarse. Muchos murieron.
Un día, un sacerdote bien entrado en edad, de nombre Matatías, mató a un Judío que había venido a ofrecer sacrificio al altar real, y ¡También mató al oficial Sirio quien había venido a supervisar el sacrificio! Luego llamó a cada uno que se había comprometido a la Ley Judía a seguirle junto a sus cinco hijos, Juan, Simón, Judas, Eleazar y Jonatán a las montañas. La revolución Macabea había iniciado. La mayor parte del tiempo, era más como una lucha entre guerrillas, puesto que la pequeña banda de Judíos se encontraban una y otra vez haciendo frente a las fuerzas armadas cuyo número sumaba tanto como diez mil tropas. Y luego, una y otra vez, estos eran derrotados por un “ejército” Judío pobremente equipado, hambriento, y no entrenado. Durante los años subsiguientes, hubo dos ocasiones en que el templo profanado fue limpiado y restaurado de forma segura para que los Judíos fieles lo usaran para adorar. Judas Macabeos re-dedicó el templo en el año 164 A.C. ; Y su hermano Simón, conquistó la ciudadela de Jerusalén en el 142 A.C.
Cada vez que el templo era re-dedicado, los Judíos tomaban posesión del mismo llevando ramas de palma por las calles, y al templo. Quizás ahora pueda usted ver claramente lo que claramente estaba en las mentes de aquellos quienes recibieron a Jesús en la entrada de Jerusalén con ramas de palmas. “Hosanna” significa “sálvanos ahora”, y era una aclamación de adoración, saludando a Jesús como el libertador. Por un breve momento, se permitieron ellos mismos una vez más soñar con ser libres de
la opresión.
Oración: Jesús, ellos no entendían – ayúdanos a no cometer el mismo error. Amén.
Preguntas:
1. ¿Qué significa el Domingo de Palmas para usted en el día de hoy?
2. ¿Qué tipo de Mesías era Jesús?