
Lucas dibuja todo un cuadro. Jesús rodeado por los “tipos malos” (a propósito, ¡sin excluir a las mujeres!). Y los llamados “tipos malos” están afuera mirando, haciendo pucheros, y quejándose. Después de todo, ¿No sabemos que Dios favorece a los “buenos” y rechaza o castiga a los “malos”?
Jesús decidió ir a la ofensiva. En Lucas 15, encontrará el único lugar en los evangelios en donde Jesús usa tres parábolas, no solo una, para demostrar su idea principal. Quizás usó tres debido a la densidad de sus críticos, los líderes del templo. Puede que quisiera que los “pecadores” que estaban más cercanos a él escucharan las buenas nuevas – y de esperanza – tres veces de seguido. O, ¿acaso es que Jesús usó tres para asegurarse de que TODO EL MUNDO entendiera lo que es importante para Dios?


Imaginémonos que Jesús en persona, ha regresado a visitar su comunidad. ¿A dónde iría primero Jesús? ¿Visitaría su iglesia o quizás una iglesia cercana a la suya? ¿Visitaría a aquella mega-iglesia fuera de la ciudad – o a aquella pequeña iglesia que está lista para cerrar sus puertas?
La respuesta es “ninguna de las anteriores”. Basado en Lucas 15, encontraría a Jesús en el antro de la esquina. Estaría en el bar del vecindario. De seguro que lo encontraría en la prisión local. Ni hablar si un grupo de adolescentes estuviesen pasando un rato bebiendo cerveza y tomando drogas – ahí estaría él con ellos. Pondría sus manos en el hombre del borracho del barrio, y hablaría con él. Hablaría con la prostituta que está haciendo su negocio en la esquina. El amor de Dios es incondicional; es desmesurado, irracional e incondicional. Dios ama a quienes no aman a Dios, aunque nosotros no lo hagamos. Con Dios, no hay otra forma.
Oración: Jesús, ayúdanos a aprender a amar aquellos que no son amados, como lo haces tú. Amén.
Preguntas:
1. En su círculo de vida, ¿A quién ama usted de manera incondicional?
2. ¿Cuándo tocará la vida de alguien que no sabe que Dios le ama?