Subió Jesús a una montaña y llamó a los que quiso, los cuales se reunieron con él. Designó a doce, a quienes nombró apóstoles, para que lo acompañaran y para enviarlos a predicar y ejercer autoridad para expulsar demonios. Éstos son los doce que él nombró: Simón (a quien llamó Pedro); Jacobo y su hermano Juan, hijos de Zebedeo (a quienes llamó Boanerges, que significa: Hijos del trueno); Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Jacobo, hijo de Alfeo; Tadeo, Simón el Zelote 19 y Judas Iscariote, el que lo traicionó. Marcos 3:13-19
En los primeros días del ministerio de Jesús, Juan el Bautista fue encarcelado. Después de eso, en donde quiera que él se pusiera a hablar, a enseñar, a sanar—a donde quiera que fuera—las multitudes se iban haciendo más y más grandes. ¿Quiénes eran todas esas personas? ¿Qué querían? Piensa en un gran semicírculo. En los bordes de afuera estaban los buscadores curiosos, y los no informados que quieren conocer más. Mezclados con ellos estaban los colectores de información para los líderes del templo y para varias otras sectas, partidos y movimientos. También había algunos patriotas judíos presentes, con la esperanza que Jesús anunciara la revuelta contra Roma.
El siguiente grupo, más cerca de Jesús en el círculo era mucho más pequeño. Probablemente no más de unos 75 o 100 personas. Estas eran personas que buscaban seriamente el comprender a este nuevo líder. Querían oír más de lo que Jesús tenía que decir. En todas sus enseñanzas, Jesús les desafiaba a ser sus seguidores. Algunos respondieron afirmativamente al desafío y otros no. Pero de ninguna manera Jesús proveyó respuestas fáciles, ni intentó hipnotizarlos para que lo siguieran hacia la cruz. Vez tras vez, él terminaba sus enseñanzas con la frase: “tomen su cruz”.
Por un momento, piensa en la iglesia a la que asistes. Los mismos tres grupos mencionados aparecen también ahí en tu iglesia. Tal vez los números son distintos, pero las actitudes hacia Jesús son todavía las mismas. Hay quienes están totalmente enamorados de Dios, y sus vidas reflejan a Jesús. Hay quienes encuentran la calidez de las relaciones, pero no se “dejan llevar” por ningún exceso. Y siempre están aquellas personas que están en la periferia—todavía tratando de entenderlo. Al ir caminando hacia Jerusalén con estos tres grupos, ¿en cuál de ellos te encuentras tú?
Oración: Señor Jesús, en donde quiera que esté, acércame hacia tu círculo interior de vida y amor. Amén.
1. ¿Qué se necesita para moverte más cerca de Jesús?
2. ¿Qué se necesita para mover a quienes están en un círculo exterior hacia el interior?
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