1) Para humillarnos. En este periodo recordamos quiénes somos y quien es Dios. Se nos humilla haciéndonos pasar por el desierto, nos hace más dependientes de Dios. Otros notan nuestra situación y es humillante admitir que pasamos por tiempos de aflicción. El mundo nos ha ensenado a evitar toda humillación, pero Dios sabe que lo más grande que podemos tener es humildad constante. La humildad es buena, el orgullo es el que debemos temer.
2) Para ponernos a prueba. El nos permite estar en situaciones que revelan como es nuestro carácter. Bajo presión sale lo que está dentro de nosotros. La prueba revela a Dios y a nosotros nuestras debilidades y fortalezas. Dios quiere arreglar nuestras fallas en el taller. Es mejor arreglarlas aquí que en el camino. Solo en el desierto sabemos que hay dentro de nuestro corazón. Al enfrentar situaciones que nos disgustan, cuando somos privados de algo o cuando las cosas están fuera de control, nos sorprenderá lo que se manifiesta. ¿Cómo responderemos? Puede ser de mil maneras, desde sintiéndonos incómodos, con enojo, con quejas, culpando a todo mundo por nuestra situación. Cuanto más orgullo tenemos, más difícil es ver lo que sale de nuestro corazón. Con orgullo negamos actitudes, emociones y reacciones que emergen. Con humildad aceptamos lo que vemos y trataremos con ello responsablemente.
QUE HACER EN EL DESIERTO
- Agradezca verdaderamente al Señor por mostrarle lo que está en su corazón
- Arrepentirse y pedir perdón por cualquier pecado o motivo. Pedir a otros que lo perdonen
- Buscar la ayuda de Dios para vencer y crear nuevos hábitos y actitudes nuevas
- Resistir al enemigo
- Nunca negar que se está pasando por un desierto
- No se sienta condenado por lo que afloro durante el desierto
- Gracias, Dios por mostrarme lo que hay en mi corazón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario